Sol de invierno (Amor y Sangre nº 3) (Spanish Edition) by M.C. Sark

Sol de invierno (Amor y Sangre nº 3) (Spanish Edition) by M.C. Sark

autor:M.C. Sark [Sark, M.C.]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2015-02-02T23:00:00+00:00


Cuando Judith despertó al día siguiente, los rayos de sol entraban por la ventana bañando de intensa luz su dormitorio. Respiró hasta llenar del todo su pecho y se sintió fantástica pero… estaba sola en la cama.

El vampiro se había ido. ¡Vaya!, no era lo bastante buena como para pasar el día a su lado y había huido aprovechando la madrugada.

Se restregó los ojos y escuchó el móvil vibrar en su mesilla. Era Jean Jacques.

―¿Por fin despierta?

―Sí. ¿También detectas eso?

―Solo porque estaba muy pendiente de ello. Quería llamarte nada más despertar para que no imaginases cosas raras.

―¿Cosas raras?

―Judith. Mira a tu alrededor, dime que ves.

―Pues que hace un día estupendo y yo estoy sola en mi cama.

―¿Sabes dónde estoy yo? Atrincherado en la oscuridad de mi biblioteca, por eso no estoy contigo. ―Jud se mordió el labio. Había olvidado que Jean no era humano―. Me hubiera gustado despertar y sentirte entre mis brazos. Tu sangre me llama, y me gusta tenerte… pero sigo siendo un vampiro.

Nada más escuchar eso notó que algo la envolvía. Como si un cuerpo invisible la rodease y la abrazase.

Asustada, gritó y la sensación desapareció de inmediato.

―Lo siento, Jud ―murmuró la voz de Jean al otro lado del aparato―. No pretendía…

―¿Cómo has hecho eso? ¡Estás a más de un kilómetro de mí!

―Estoy en tu sangre… me llevas a todas partes.

―¡Por favor, no! ―gimió Judith, al borde del llanto.

―Shhh, tranquila, no volveré a hacerlo. Iremos paso a paso. Paso a paso…

Jean estuvo hablando con ella hasta que le pareció bastante calmada y se prometió a sí mismo que no la presionaría, que iría con cautela para no romper la fina tela de araña que se había tejido alrededor de ellos dos.

Al colgar el auricular, Judith se quedó mirando las arrugadas sábanas. Aunque habían compartido sangre el desastre no era tan impactante como la noche que fueron amo y sierva por primera vez. Tan solo había unas gotas rojas que salpicaban como lunares improvisados la funda de la almohada.

«¡Sangre! ¡Sangre de vampiro! Y si…»

No lo pensó dos veces, salió corriendo al salón para buscar unas tijeras.



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